Una travesía perfecta para iniciarse en las grandes verticales, recuperando cuerda y con reuniones colgadas, en un pozo de dimensiones sobre cogedoras. Espeleología de dificultad amable que combina a la perfección adrenalina, técnica, y diversión, en sus trepes, destrepes y el famoso laminador de la Gándara.

TORCA LA SIMA.    La inmensa boca de la Torca se abre en medio de un prado desde donde nos descolgamos de un árbol para acercarnos a la gran vertical que se nos abre bajo los pies. A partir de aquí nos esperan 230 m de verticales. Los primeros 160 m, en el gran pozo de entrada, los descenderemos recuperando cuerda en una serie de reuniones colgadas, realizando pequeños péndulos para acceder a ellas, hasta llegar a la sala de los espejos, adornada con una cascada.

Tras un breve descanso a pie plano, enlazamos con el resto de pozos con largos pasamanos y desviadores hasta posarnos en la base de la sala de los flujos, alcanzando los 220 m de profundidad. Otro pequeño descuelgue  nos conecta con una galería fósil y cálida dónde encontraremos el famoso paso estrecho, más sencillo de lo que podría parecer.

Ahora sólo nos queda ascender la diaclasa de la Unión y aparecemos en la galería que da acceso a la Gándara. Tendremos que andar con ojo de no pasarnos el paso estrecho de dicha conexión, que nos llevaría a la sala del Angel, y a perdernos en el gran sistema del Gándara. Pues otra gran travesía llega hasta esta misma conexión des de Calígrafos. Travesía famosa por su larga duración y su dureza, sin duda, la hermana mayor de nuestra travesía.

CUEVA LA GÁNDARA.    El acceso a la Gándara no es evidente, una trepada poco intuitiva se abre en el techo, aunque no se aprecia hasta que estás casi arriba. Una vez allí, continuamos en dirección Este, bordeando algún desfonde, para pasar varios metros por debajo de Torca la Sima.

En esta galería, al principio amplia, ya van apareciendo algunas formaciones. Continuamos sin pérdida hasta acceder al conocido laminador del Delator, donde tendremos que poner en práctica nuestras técnicas a cuatro patas y arrastres en algunos puntos, zig-zaguendo por terreno cómodo.

Al final del Delator, parece que hayamos llegado a un «cul de sac», pero con un poco de vista encontraremos el paso que da acceso a la Sala del Fiasco. Las dimensiones aquí cambian por completo y nos permite pasear por sus grandes salas y galerías, donde aparece el río en diversas ocasiones.

Desde hace un tiempo, se está intentando recuperar la espectacularidad de esta Cueva, por lo que encontraremos un caminito balizado del que no podremos salirnos. Tras pasar la galería de los Alisios, y un pequeño lago, que según la temporada, no podremos evitar, mojándonos así los pies, llegaremos a un pasamanos y a la interesante salida la Cueva de la Gándara.